Los espacios públicos y urbanos solitarios apasionan al fotógrafo francés . Al recorrer su web descubres cómo saca belleza, aún teñida de melancolía, de cualquier lugar. En la serie Kids City retrata el Brooklyn de los parques infantiles.
La ternura que evoca la infancia contrasta con la soledad de las composiciones y, a partir de ese instante, la jerarquía y los elementos arquitectónicos adquieren una nueva perspectiva.
Visto con la distancia y pasado por el tamiz de los recuerdos, todo tiene sentido. Al menos, así me lo parece hoy. La niñez se pasa pero la infancia permanece, por fortuna.
Esta etapa de la vida mágica ejerce una influencia que cambia de forma irreversible la forma de ver, las prioridades y los focos de interés; aunque resulta difícil de explicar o, incluso, tan incongruente con el entorno como un parque infantil en la gran ciudad.
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