, si no dibuja, no existe. Esta ilustradora salvadoreña de veintitantos años me ha caído bien en todos los sentidos. Sus dibujos, llenos de colores y mujeres emponderadas, por un lado, y su frescura y sencillez por otro.
Su talento nace del garabateo, del rellenar de los márgenes de los cuadernos que muchos de nosotros, con más o menos tino, hicimos en nuestros años de escuela. Ella dibujaba ropa, por entonces deseaba ser diseñadora de moda. Terminó dedicada profesionalmente a esto de la ilustración de manera inesperada, cuando era niña ni siquiera sabía que esa profesión existía. Ahora, terminando sus estudios de diseño gráfico, se puede considerar afortunada, ya tiene éxito a nivel internacional haciendo lo que más le gusta hacer: dibujar.
La ilustración para ella es mucho más que crear algo bonito. Para ella es algo terapéutico, le ayuda a expresar emociones, emociones con las que puedes llegar a sentirte identificado/a. Su éxito le llegó gracias a las redes sociales, intenta subir un dibujo cada día, y fue por eso que Adobe dio con ella y le ofreció hacer el trabajo más importante para ella hasta la fecha: formar parte del proyecto “Adobe for Education”, siendo además su obra la elegida como imagen oficial en un evento realizado en Valí, Indonesia.
La fantasía está presente en sus creaciones y no es casualidad: “Me gusta poner elementos de magia y brujería. Siempre me han llamado bastante la atención esos temas. Me gusta que al final sea bien fantasioso, como mágico’’. Le apasiona dibujar animales, los humaniza, vistiéndolos o añadiéndoles accesorios, y también mujeres fuertes, independientes, con carácter. La gama cromática llama mi atención, colores contrastados, que aplican un toque de surrealismo.
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